Comentario
La única sede del senado romano que hoy se conserva es la Curia Iulia, en el Foro, un edificio cúbico, de ladrillo visto y de una altura considerable dadas sus otras dimensiones. Esto no debe extrañar después de lo que acabamos de oír; obedece al gusto por la altura, característico del Bajo Imperio. La llamada Basílica de Tréveris, en Germania, en realidad una aula del palacio de Constancio Cloro, el César de Maximiano, también se distingue por su altura y por la luminosidad de sus muchos y grandes ventanales.
La Curia Iulia, destruida en el 283 por el pavoroso incendio que sufrió Roma en tiempos de Carino, fue reconstruida inmediatamente por Diocleciano conforme al plano original, aunque no a la poca altura que le había dado Julio César. Una escalera descubierta daba acceso desde la plaza del Comitium a un porche columnado y a la puerta principal, de bronce. Por ella se entra hoy a un ambiente que infunde tanto respeto por lo que fue como por lo que es: allá al fondo, en la cabecera, se alzaba la estatua de la Victoria que por disposición de César presidiría las sesiones del senado mientras Roma siguiese siendo la cabeza del mundo; junto a aquella estatua pronunció Sinmaco el último discurso que en el mundo se oyó en defensa del que los cristianos llamaban paganismo. La sala tiene algo de iglesia, y en iglesia fue convertida hasta nuestro siglo. Mide 27 metros de largo, 18 de ancho y 21 de altura, hasta el techo plano de madera que la cubría de casetones. Tres ventanas arqueadas en la fachada (por debajo de ellas los mechinales de las vigas del antiguo narthex), una en las laterales y otra en la cabecera daban luz al interior. La parte baja de las paredes, revestida de placas de mármol, tenía por único adorno una serie de estatuas, en nichos flanqueados por columnas de alabastro. Delante de ellas, a un lado y a otro de un ancho corredor central, pavimentado de un espléndido sectile de pórfido y serpentina, tres escaños de mármol para los asientos de los senadores, y al fondo del salón, la tribuna de los cónsules ante el pedestal de la Victoria.